lunes, 2 de marzo de 2015

Día 0

El próximo 4 de octubre, a las 7 de la mañana, si todo va bien, me tiraré al agua para participar en una de las pruebas más duras del mundo, el IRONMAN. Será en Calella (Barcelona), donde participaré en el IRONMAN Barcelona 2015.

Lo pienso y no se de dónde he sacado el valor para estar preparando una aventura como esta. Muchos son los que me han dicho que estoy loco. Que hacer un IRONMAN es una salvajada al alcance de muy pocos. Que físicamente es una tortura. Pero si lo pienso bien, realmente aún no he conseguido nada. Todo está por comenzar. Tan solo tengo mi nombre inscrito en una prueba. Aunque no es solo una prueba, al menos no es tan solo una más de las carreras o triatlones en los que he participado hasta ahora. No para mi.

El próximo lunes comenzaré el entreno de 30 semanas con el que en teoría debería conseguir que un mal nadador, un mediocre corredor y un correcto ciclista, consiga finalizar una prueba en la que, si cruzo la línea de meta, habré recorrido 226 km, repartidos en 3.8km nadando, 180 km en bicicleta y una maratón corriendo, 42,2 km.

El destino ha hecho que mis 30 semanas de entreno comiencen el 9 de marzo. Justo cuando hará 3 años del fallecimiento de mi padre.

Y lo que a priori parecía una desagradable coincidencia creo que es realmente un buen augurio, porque si voy a participar en esta locura, si me he de preparar mental y físicamente para superar el entreno de 10-15 horas semanales, con lluvia, viento, frío, calor... soportar el castigo físico de una prueba en la que puedo llegar a tardar más de 13 horas en cruzar la meta, será por él.

A mi padre va dedicado este IRONMAN. En él pensaré en cada brazada, pedaleada o zancada que de. Y a él le pediré que me empuje, que tire de mi, cuando a buen seguro las fuerzas o los ánimos me fallen. Como no ha dejado de hacer hasta hoy.

No se me ocurre mejor homenaje a quien me dio todo lo que tenía, y a quien debo ser la persona que soy hoy.

No sería justo no acordarme de mi mujer, Elisenda, quien sin su sacrificio y ánimos sería imposible afrontar los entrenamientos que tengo por delante. También a mis hijos, Ainara y Aitor. Ellos son como el aire que respiro. Solo por pensar en ellos, en sus caras cuando me animan, en sus besos y abrazos al cruzar la meta, tendría sentido este IRONMAN.

Y a mi madre y a mi hermano, que lo son todo para mi.

Y por último, pero no menos importante, a toda mi familia, y mis amigos, que con su aliento y apoyo, cada paso que de seguro que me costará un poco menos.

Este IRONMAN va por todos vosotros.


Alvaro



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